Es la expresión no física de la violencia, pero imprescindible para la organización mental y, por extensión, para la organización social, a través de la cual se "ordena" el imaginario colectivo para entender, justificar, legitimar y garantizar el orden social dominante. Utiliza, para ello, todos los medios, las producciones culturales y las instituciones de todo tipo, incluidas las religiosas, gracias a las cuales "naturaliza" la desigualdad.
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Nuestro imaginario colectivo se configura con prácticas simbólicas que tienen representaciones (expresiones) prácticas reales que, a su vez, retroalimentan este imaginario, configurando un círculo vicioso difícil de romper. Genera hábitos, normas, códigos morales y representaciones dicotómicas y "únicas" de los comportamientos adecuados de género, donde lo masculino sigue siendo lo característico /valorable/dominador y lo femenino, lo específico/infravalorado/vulnerable, dotando a la discriminación sexista de un halo de naturalidad.
Sus medios de producción y reproducción están presentes en todos los ámbitos de la cultura. Hay un continuum en el patrón sociocultural que configura un sistema de prácticas reales y simbólicas que mantiene y perpetúa la superioridad masculina y que legitima la dominación, la violencia y el control de las mujeres.
La violencia simbólica es la no nombrada, la que no necesita de brazos ni piernas concretas, pero que es imprescindible para la transmisión, la aceptación y la internalización del sexismo.
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¿Qué es?
Es la expresión no física de la violencia.
¿Qué permite?
Hace posible que el orden social dominante
se mantenga a través de la organización mental
y de la organización social.
La violencia simbólica “ordena” el imaginario colectivo
(lo que piensa la gente en general).
Permite:
- entender el orden social
- justificarlo
- legitimarlo
- garantizarlo
Utiliza, para ello, todos los medios:
- las producciones culturales
- las instituciones de todo tipo:
incluidas las religiosas, gracias a las cuales se “naturaliza” la desigualdad.
¿Cómo opera?
- nuestro imaginario colectivo - prácticas simbólicas
Las representaciones (expresiones) de las prácticas reales
y el imaginario colectivo se retroalimentan,
creando un círculo vicioso difícil de romper.
Genera:
- hábitos
- normas
- códigos morales
- representaciones de comportamientos convenientes para:
- lo masculino como lo característico /valorable/dominador.
- lo femenino como lo específico/infravalorado/frágil.
- la discriminación de las mujeres como si fuese natural.
¿Cómo se manifiesta?
Sus medios de producción y reproducción están presentes
en todos los ámbitos de la cultura.
Es el patrón sociocultural que mantiene y perpetúa la superioridad masculina
y que legitima la dominación, la violencia y el control de las mujeres.
La violencia simbólica es la no nombrada,
la que no necesita de brazos ni piernas concretas,
pero que es indispensable para transmitir, aceptar e interiorizar el sexismo
(la creencia de que los hombres son superiores a las mujeres).