Estamos refiriéndonos a las propuestas estratégicas a partir de las críticas feministas a las políticas públicas y a sus impactos en términos de erradicar o reproducir las desigualdades entre mujeres y hombres.
El concepto de mainstreaming de género saltó a la palestra de las políticas de los gobiernos en 1995, en la Cuarta Conferencia Internacional de la Mujer de Naciones Unidas, realizada en Beijing. El compromiso adoptado por la ONU y los gobiernos, por medio de la Plataforma de Acción de Beijing, estableció la estrategia de gender mainstreaming como el mecanismo principal para conseguir la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.
El mainstreaming ha sido traducido, entendido e implementado de muy diversas formas. Entre las más conocidas están la transversalización de la perspectiva de género, la transversalización de género, la incorporación del enfoque de género o la institucionalización del enfoque de género. Sin embargo, la mayor parte de las traducciones no recogen la idea principal del término en inglés. Literalmente, mainstreaming hace referencia a poner los asuntos de género en la corriente principal de todas las políticas (main: principal, stream: corriente), lo cual tiene un sentido mucho más completo y revolucionario que la idea de transversalizar. Por lo tanto, el mainstreaming debería suponer “una transformación profunda de las organizaciones a todos los niveles, una transformación que significa reconocer que el género no concierne sólo a los programas, políticas y equilibrio de género en el personal, sino también en la cultura organizacional”.
Tres de las definiciones que han sido más utilizadas y que en algunos casos se han convertido en la principal referencia para explicar el concepto son:
Definición del Consejo Económico y Social de Naciones Unidas (1997)
“El mainstreaming de la perspectiva de género es el proceso de evaluar las implicaciones que tiene para hombres y mujeres cualquier acción que se planifique, incluyendo las de tipo legislativo, las políticas o los programas en todas las áreas y a todos los niveles. Es una estrategia para hacer de las experiencias y necesidades o intereses de hombres y mujeres una dimensión integral en el diseño, implementación, monitoreo y evaluación de las políticas y los programas en todas las esferas políticas, sociales y económicas a fin de que hombres y mujeres se beneficien por igual y desaparezca la desigualdad. El objetivo final es lograr la igualdad de géneros”.
Definición del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (2000)
“El género en el mainstream tiene como propósito integrar el interés en la igualdad de géneros en todas las políticas, programas, procedimientos administrativos y financieros y en el marco cultural de la institución u organización. Más específicamente es una estrategia para asegurar que la igualdad de hombres y mujeres esté incluida en todas las fases menores o mayores del proceso de toma de decisiones de una organización y, por otro lado, que el producto o resultado de las decisiones que se hayan tomado sea sistemáticamente monitoreado en lo que se refiere a su impacto en la igualdad de géneros (…).
Una iniciativa efectiva de género en el mainstream requiere la interacción compleja de numerosas habilidades y competencias usualmente coordinadas en un equipo de trabajo integrado para tal fin”.
Definición del Consejo de Europa (1998)
Gender mainstreaming implica la reorganización, fortalecimiento, desarrollo y evaluación del proceso de las políticas públicas, a fin de que la perspectiva de la igualdad de género sea incorporada en todas las políticas, a todos los niveles y en todas sus fases, por los actores normalmente involucrados en su elaboración.
(Fuente de las definiciones: García Prince, Evangelina: Políticas de Igualdad, Equidad y Gender Mainstreaming, ¿de qué estamos hablando? PNUD, 2008).
La clave para trabajar incorporando la perspectiva de género descansa en evitar hacer suposiciones. Es equivocado asumir que las mujeres se beneficiarán automáticamente de una intervención propuesta; que las visiones de las mujeres están reflejadas por los líderes de la comunidad; que agregar datos y estadísticas dibuja un cuadro exacto de las vidas de las mujeres; o que lo que funciona para los hombres automáticamente funcionará para las mujeres. Por ejemplo, el promedio de ingresos por hogar es una abstracción que sólo existe en la mente de un economista. No se corresponde con la realidad afrontada por millones de mujeres que tienen poco o ningún control sobre cómo se utilizan los ingresos del hogar. Sin embargo, existe una diversidad de formas de abordar un análisis de género.
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