El término ‘interseccionalidad’ se utiliza para señalar cómo diferentes fuentes estructurales de desigualdad (como la clase social, el género, la sexualidad, la diversidad funcional, la etnia, la nacionalidad, la edad, etc.) mantienen relaciones recíprocas. Es un enfoque teórico que subraya que el género, la etnia, la clase o la orientación sexual, como otras categorías sociales, lejos de ser ‘naturales’ o ‘biológicas’ son construidas y están interrelacionadas. Nuestra tarea de análisis no supone tanto enumerar y hacer una lista inacabable de todas las desigualdades posibles, superponiendo una tras otra, como de estudiar aquellas manifestaciones e identidades que son determinantes en cada contexto y cómo son encarnadas por los sujetos para darles un significado que es temporal. El uso reiterativo que hacemos del etcétera encierra una multiplicidad de situaciones interseccionales complejas, que pueden estar invisibilizando las realidades de muchas personas. Así, nuestra comprensión de los problemas sociales y de las vivencias de las personas es solo parcial.
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Tratamos de ir más allá de la llamada ‘doble discriminación’ (o triple o cuádruple, etc.) que se centra en la descripción de la diversidad. Desafiamos que las vivencias de las personas se puedan entender como la suma de una serie de desigualdades o de formas de exclusión. El sexismo, la homofobia, el clasismo, el capacitismo, la xenofobia y todas las otras fobias e ismos se construyen siempre en relación. Estas categorías se encarnan, se vuelven corpóreas, son versátiles, entrelazadas y casi inseparables analíticamente.
Es decir, no se trata de sumar los efectos de cada forma de exclusión. Es más útil fijarnos en la ‘discriminación múltiple’ y en los efectos exponenciales de las relaciones recíprocas entre distintas desigualdades. El objetivo es huir de una posible tendencia a homogeneizar a las personas bajo el paraguas de un término construido socialmente y asimilar las diferencias de unos u otros grupos sociales. De hecho, la historia de los derechos conseguidos en el Estado español muestra cómo diferentes grupos o problemas sociales han ido entrando en la agenda política para convertirse en sujetos de derechos, personas que han sido consideradas como marginales, o incluso delincuenciales, y cuyas vidas a menudo se significan en una identidad que emerge en un momento dado. Sin embargo, esta lucha por ser considerados sujetos de derechos no ha de convertirse en una tarea por listar todas las posibles circunstancias o procesos identitatarios posibles. No se trata de reconocer cada forma de discriminación legitimada, sin ni siquiera repensarla, sino de introducir una mirada compleja que contribuya a evidenciar las estrategias de poder, las normas sociales naturalizadas, los efectos no deseados del activismo o de las políticas públicas y de escuchar o mejor, de caminar al lado de quienes están en los márgenes, de quienes viven en primera persona los problemas sociales y construyen las respuestas a los mismos.
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¿Qué es?
El término “interseccionalidad” se utiliza para señalar
cómo se relacionan diferentes motivos sociales de desigualdad.
Pueden manifestarse en una opresión o en privilegio en la vida de alguien.
El origen de la desigualdad se puede encontrar
en una o varias de esas variables:
La interseccionalidad es un enfoque teórico
que dice que esas categorías sociales no son “naturales” o “biológicas”,
sino que se construyen así y se relacionan entre ellas.
¿Cuál es su objetivo?
Nuestra tarea de análisis no se basa en enumerar
y hacer una lista interminable de todas las desigualdades posibles.
No se trata de superponer una tras otra.
Queremos ver cómo las personas viven su identidad,
cómo se cruzan esas variables en la vida de alguien.
El objetivo es estudiar cuáles son importantes en cada contexto.
Las identidades o manifestaciones de esas categorías
tienen un significado temporal.
Sus consecuencias cambian según la situación y el momento.
¿Representa todas las situaciones posibles?
El etcétera que solemos poner al final de la lista
reemplaza muchas situaciones que se entrecruzan.
El hecho de no nombrarlas puede estar negando
las realidades de muchas personas.
Así, nuestra comprensión de los problemas sociales
y de las vivencias de las personas es incompleta.
¿En qué se diferencia de la 'doble discriminación’ (o triple o cuádruple, etc.)?
La doble discriminación’ (o triple o cuádruple, etc.)
se centra en la descripción de la diversidad.
Sin embargo, las vidas de las personas no son la suma de discriminaciones
(de desigualdades o de formas de exclusión).
- El sexismo (discriminación por género;
por ejemplo, ser identificada como mujer)
- La homofobia (discriminación por orientación sexual;
por ejemplo, ser lesbiana)
- El clasismo (discriminación por clase; por ejemplo, ser pobre)
- El capacitismo (discriminación por diversidad funcional;
por ejemplo, ser sorda)
- La xenofobia (discriminación por origen; por ejemplo, ser migrante)
- y el resto de opresiones
La vida de una mujer lesbiana, pobre, sorda y migrante
no es la suma de los efectos de cada forma de exclusión.
Es cómo se cruzan e interactúan esas variables.
Las discriminaciones y los privilegios se construyen siempre en relación.
Estas categorías se hacen reales en las personas
y cambian a lo largo de sus vidas y de sus contextos.
Muchas veces se entrelazan y no podemos analizarlas por separado.
¿Qué nos aporta?
- Nos permite evitar pensar que todas las personas
de una misma categoría son iguales.
- Nos ayuda a darnos cuenta de que las identidades
se construyen socialmente.
- Hace posible analizar la “discriminación múltiple” y sus efectos.
- Ayuda a ver:
- las estrategias de poder
- las normas sociales que se hacen pasar por “naturales”
- los efectos no deseados del activismo o de las políticas públicas
(por ejemplo, reclamar derechos para las mujeres
que no se van a aplicar a todas las mujeres).
- Permite caminar al lado de quienes están excluidos o excluidas,
de quienes viven en primera persona los problemas sociales
y construyen sus respuestas a esos problemas.