Es una construcción social y cultural asociada a estereotipos y a roles de género. En nuestras sociedades occidentales, basadas en el pensamiento binario (día/noche, bueno/malo, positivo/negativo), hemos tratado de categorizar a la Humanidad en dos grandes grupos: masculinos y femeninos, en principio opuestos y diferenciados en el carácter, en el comportamiento, en el aspecto físico, en las actitudes ante la vida, en metas y en formas de sentir, etc. Sin embargo, es un concepto artificial, porque entre los hombres muy varoniles y las mujeres muy femeninas hay una amplia gama de identidades diversas mucho más rica que los dos rígidos arquetipos en los que se basa la identidad de género patriarcal, que es la que establece cómo debe ser un hombre y cómo debe ser una mujer.
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La crianza, la educación y la socialización nos enseñan cómo vestir, cómo movernos por el espacio, cómo hablar, cómo organizar nuestra vida, según seamos una cosa u otra. Los modelos de feminidad y de masculinidad de los productos culturales están idealizados en el imaginario colectivo de modo que la gente, para sentirse aceptada en la comunidad, se ajusta como puede a la tiranía binaria de la identidad de género. La razón es que este pensamiento binario distingue entre lo que es natural y artificial y establece la norma; es decir, lo que es ‘normal’. Por lo tanto, quien no se somete a las definiciones y se desvía de la norma es considerado raro, extraño o anormal. Lxs queer han adoptado estos insultos de la sociedad patriarcal -que ha marginado y ha condenado a la gente diferente- para reivindicar la diferencia y la diversidad en cuestión de identidades y de sexualidad.
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¿Qué es?
Es una construcción social y cultural
asociada a ciertas ideas, imágenes y conceptos preconcebidos
sobre los roles de género.
¿Cómo se construye?
Nuestras sociedades occidentales
basadas en el pensamiento binario,
dividen las cosas en dos:
- día/noche
- bueno/malo
- positivo/negativo
- hombres/mujeres
Así hemos tratado de dividir la humanidad en dos grandes grupos:
masculinos y femeninos.
Y les atribuimos características opuestas en:
- el carácter
- el comportamiento
- el aspecto físico
- las actitudes ante la vida
- objetivos
- formas de sentir
Sin embargo, es un concepto artificial,
porque entre los hombres muy masculinos
y las mujeres muy femeninas
hay una amplia gama de identidades diversas.
Esa diversidad es mucho más rica
que los dos rígidos modelos
que nos propone el sistema patriarcal (dominado por hombres)
en el que vivimos.
Ese sistema marca cómo debe ser un hombre
y cómo debe ser una mujer.
¿Cómo funciona?
Según seamos mujer u hombre, la crianza, la educación
y la socialización (cómo nos relacionamos con la gente)
nos enseñan:
- cómo vestir
- cómo movernos por el espacio
- cómo hablar
- cómo organizar nuestra vida
Los productos culturales proponen modelos
de feminidad y de masculinidad idealizados (se supone, perfectos).
La gente se ajusta como puede a esos referentes
para sentirse aceptada.
Este pensamiento binario distingue
entre lo que es natural y artificial
y establece la norma; es decir, lo que es “normal”.
Por lo tanto, quien no se somete a las definiciones
y se desvía de la norma es considerado:
- raro / rara
- extraño / extraña
- anormal.
Las personas queer han adoptado estos insultos
para reivindicar la diferencia
y la diversidad de identidades y de sexualidad
porque estaban excluidas y condenadas por ser diferentes.