La actividad física moderada, frecuente y adaptada a las características individuales es una cuestión de salud integral, que influye positivamente en la calidad de vida. Esta afirmación sería motivo suficiente para justificar la presencia de la Educación Física (EF) como asignatura que se cursa a lo largo de las etapas educativas obligatorias, ya que debería ser la mejor aliada en la tarea de frenar el progresivo sedentarismo.
Sin embargo, y a pesar de la importancia de dicho cometido, la EF es mucho más: es Educación y, como tal, tiene dos grandes objetivos: por un lado, contribuir a la educación integral a través del movimiento y de la adquisición de hábitos saludables y estables de práctica físico-deportiva, que es fuente de disfrute y de bienestar; por otro, mejorar la autoestima. Pero hay que tener en cuenta que para poder realizar actividades motrices y para adquirir habilidad en la práctica deportiva es necesario utilizar adecuadamente nuestro más preciado instrumento, el cuerpo, desarrollando las capacidades del movimiento: coordinación, equilibrio, esquema corporal, estructuración espacio temporal, flexibilidad, resistencia, fuerza y velocidad.
Podemos organizar los contenidos EF -es decir, aquello que debe aprender el alumnado en esta asignatura- en diversos bloques: psicomotricidad, juego motor, expresión corporal, actividades gimnásticas y deporte educativo.
Si asumimos que desde las primeras edades hay que facilitar a las personas el desarrollo de todas las capacidades (afectivas, sociales, artísticas, físicas, intelectuales, etc.) y la adquisición de competencias, la EF como educación a través del movimiento debe contribuir a lograr una de las más importantes finalidades educativas: desarrollar la identidad y la autonomía personal.
No obstante, tal como se está impartiendo, la EF dista de poder lograr dichos objetivos para la totalidad de la población escolar, en concreto, para las niñas. Estas no son estimuladas en la familia desde la más tierna infancia para ser motrizmente hábiles y parten así de una situación de desigualdad que se agudiza al ingresar en la escuela, al cursar una EF androcéntrica y obsoleta, en general, incapaz de conseguir los objetivos pedagógicos deseados, ya que se ocupa de las personas más capaces y desatiende al alumnado que no tenga especiales aptitudes para el deporte, grupo que incluye a la mayoría de las niñas.
De este modo, actualmente la EF constituye una potente herramienta que refuerza la discriminación hacia las mujeres a través de los dos ejes que organizan dicha materia y que, a su vez, constituyen los elementos que determinan la desigualdad estructural en el ámbito físico-deportivo: el cuerpo y el movimiento humano.
Para revertir esta situación, la asignatura de Educación Física debería tornarse en Coeducación Física que, cursada a lo largo de las etapas educativas obligatorias, procurase la alfabetización motriz básica del alumnado, poniendo especial atención en las niñas para ayudarlas a compensar los efectos negativos de una cultura que las aboca a renunciar a una dimensión tan vital como es el movimiento. Con buenas prácticas y a través de experiencias positivas se podrán adquirir hábitos de práctica motriz saludables y duraderos.
Desarrollar la Educación Física desde la perspectiva coeducativa implica que la comunidad educativa (y su profesorado en particular) realice un profundo análisis desde la perspectiva feminista para abordar con objetividad el tema de la difícil relación entre las mujeres y la actividad físico-deportiva en todos los niveles de práctica o toma de decisiones. Debe estudiar por qué a las niñas y a las mujeres se les ha negado el derecho a decidir sobre su propio cuerpo en sus múltiples facetas, deteniéndose en las prohibiciones y obstáculos que les ha impedido el desarrollo de las capacidades del movimiento y, en consecuencia, la vivencia de la actividad física como fuente de disfrute, de bienestar y de salud integral.
Existen interesantes trabajos acerca del cuerpo que se abordan desde perspectivas sociológicas, médicas, psicológicas, históricas…, pero es muy escasa la aportación de estudios feministas centrados en el logro de la eficacia o la excelencia motriz dirigida a la búsqueda del bienestar. Es preciso realizar investigaciones que rompan con los tópicos tradicionales, que contemplen la importancia del deporte como portador de elementos que mejoran la autoestima y la autonomía de las mujeres; mujeres con cuerpos capaces de desarrollar cualidades físicas, motrizmente hábiles y cuerpos que producen placer a través del movimiento.
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