A pesar de ser un término de uso corriente en cualquier idioma, no es fácil encontrar una definición del término que recoja todos sus significados. Eso se debe a que la prostitución es una institución milenaria, muy compleja y que se resiste a la simplificación. El DRAE la define como “la actividad a la que se dedica quien mantiene relaciones sexuales con otras personas, a cambio de dinero”. La prostitución es una institución patriarcal creada para controlar, junto con el matrimonio, la sexualidad de las mujeres y para asegurar la herencia mediante la legitimidad de los hijos.
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Al apropiarse de las mujeres, los hombres aseguraban su paternidad y una división sexual del trabajo que les beneficiaba, pues desposeía a las mujeres de cualquier bien, incluso del trabajo asalariado. Al imponer una rígida división sexual del trabajo, la única manera de ganarse la vida que tenían las mujeres era pertenecer a un hombre o a una familia, o dedicarse a la prostitución o al servicio doméstico (que era el caso de las que no eran de nadie: viudas, enfermas, solteras, pobres, etc.).
Históricamente, la prostitución está basada en una ideología que asume que las sexualidades masculina y femenina son completamente diferentes y que concibe la sexualidad masculina en términos ahistóricos y naturalizantes, como una ‘necesidad’ biológica que hay que satisfacer, por lo que tiene que haber siempre un contingente de mujeres disponible.
A pesar de que históricamente ha sufrido cambios muy importantes, la prostitución sigue siendo una de las principales instituciones patriarcales. Se ha convertido en un ámbito en el que la masculinidad tradicional encuentra refugio ante los avances del feminismo y su uso, hoy en día, permite a los hombres cuyas identidades están basadas en las masculinidades hegemónicas encontrar un espacio en el que poder seguir siendo ese tipo de hombres. Quizá por eso, entre otras cosas, asistimos en la actualidad a una expansión del uso prostitucional como nunca antes se había visto. Esta expansión ha ido en paralelo a un incremento de la trata y del tráfico de mujeres, circunstancias que tienen que ver también con la expansión de la pobreza global.
Las soluciones que se intentan contra la prostitución varían de país en país y de año en año, pero ninguna termina de ser efectiva porque la prostitución sólo encontrará su fin en la desaparición del sistema patriarcal.
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