Partimos del significado de hábito como costumbre o manera de proceder adquiridos por educación, debido a la repetición de los mismos actos y que suelen originar tendencias instintivas. En el caso de las actividades físicas propias de cada cultura, queda de manifiesto la manera de pensar, de sentir y de actuar en relación con el cuerpo y sus movimientos, determinados por las costumbres socialmente aprobadas. Leer más...
Así, la realización de actividad física desde la infancia (la práctica de diferentes juegos y deportes) es probable que nos lleve a adquirir hábitos físico-deportivos, a hacer ejercicio de manera fácil y deseable y a sentirnos mejor cuando lo practicamos.
Sin embargo, no todos los hábitos son buenos. Para adquirir hábitos saludables es necesario que la práctica deportiva sea moderada, frecuente y adaptada a cada circunstancia personal. De lo contrario, no se puede decir que el deporte sea bueno para la salud. El deporte bien hecho deberá atenuar la tendencia al sedentarismo, así como mejorar y conservar la salud integral: física, psíquica y social, de ahí que los denominemos hábitos saludables y estables; deben estar suficientemente arraigados para que sean duraderos a lo largo de muchos años.
Es importante saber que estos hábitos deben adquirirse antes de la adolescencia, a través de vivencias positivas y placenteras ya que, aunque en la edad adulta se comience la práctica de alguna actividad física, es muy difícil alcanzar el disfrute y la economía de movimiento (coordinación y eficacia) que se observan en las personas que adquirieron la destreza en la infancia.
Es precisamente en la adquisición de hábitos donde se manifiesta con claridad la brecha de género existente en el ámbito físico-deportivo. La clave está en que socialmente no se acepta ni se valora de la misma manera la práctica física de las mujeres y de los hombres. Como consecuencia, ellos hacen más deporte en todas las edades. A los niños se les estimula desde la primera infancia, tanto en la familia como en la escuela, para que adquieran hábitos deportivos, porque ser un chico deportista es un valor importante. Con las chicas ocurre lo contrario, pues en muchos casos las familias siguen considerando el deporte una actividad inadecuada que puede masculinizarlas.
Ellos practican más juegos físicos y deportes desde la infancia: más horas, más variedad y, sobre todo, practican deportes de equipo que les procuran experiencias lúdicas y placenteras. La práctica de las niñas, por el contrario, es inferior en cantidad y en calidad. Realizan actividades individuales que tienen mayor exigencia de esfuerzo-sufrimiento y que no rompen el estereotipo femenino; apenas juegan en equipo, no aprenden a competir y a colaborar y no disfrutan de vivencias placenteras que, como hemos dicho, son las responsables de fijar los hábitos.
Como consecuencia, en la edad adulta muchos hombres siguen manteniendo la costumbre de quedar con los amigos para jugar un partido o hacer salidas de varias horas para realizar actividades en el medio natural, mientras que las mujeres que carecen de dichos hábitos suelen comenzar a hacer algún tipo de actividad gimnástica, generalmente, por motivos de estética y salud.
A las causas que hacen que la práctica deportiva de las mujeres sea menor hay que añadir, entre otras, la falta de tiempo libre por tener que afrontar mayores responsabilidades familiares y las escasas actividades que les ofrecen los gimnasios y los polideportivos.
No obstante, es necesario insistir en que el motivo fundamental que aparta a las mujeres de la práctica deportiva es la carencia de hábitos, pues las que los adquirieron en las primeras edades no suelen renunciar al deporte ni siquiera en circunstancias vitales de mayores cambios, como el inicio de la convivencia en pareja o de la maternidad.
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Matilde Fontecha Miranda (Versión Lectura Fácil)
El hábito de realizar alguna actividad física (juegos y deportes)
se va creando si nos educan para ello.
Si se hace desde la infancia o adolescencia
y se repite de manera habitual,
se crea una tendencia de hacerlo a lo largo de toda la vida.
El hábito de practicar deporte es bueno para la salud cuando:
- es una práctica moderada, frecuente y adaptada a cada persona
- frena el sedentarismo
- mejora y conserva la salud física, psíquica y social
- se mantiene a lo largo de los años
- se disfruta de la práctica y nos hace sentirnos bien.
La diferencia de hábitos físico-deportivos entre hombres y
mujeres
Los hombres:
Las mujeres: