Tipificación de corrientes feministas que tiene relevancia particularmente en la Europa continental de los años 70-80, frente a otras nomenclaturas que tuvieron más preeminencia en el feminismo anglosajón (como la que diferencia el feminismo radical o el socialista del feminismo liberal, por ejemplo). Leer más...
Hay que señalar, en primer lugar, que cada uno de estos planteamientos políticos es a su vez complejo y plural, es decir, que hay distintas versiones del ‘feminismo de la igualdad’ (desde algunas tendencias del feminismo radical[1] o del feminismo socialista, hasta el liberal) así como diferentes ‘feminismos de la diferencia’ (o ‘pensamiento de la diferencia sexual’, como algunas prefieren llamarlo). En el estado español, las teóricas más relevantes de lo que también se ha llamado ‘feminismo ilustrado’ han sido las grandes defensoras del feminismo de la igualdad, señaladamente Celia Amorós y Amelia Valcárcel, entre otras muchas. Sin embargo, no podemos asimilar sus planteamientos a otros más vinculados a la acción institucional ni tampoco a perspectivas anticapitalistas más activistas y/o subversivas, que también podrían encuadrarse dentro del feminismo de la igualdad. El pensamiento desplegado en torno a la Librería de Mujeres de Milán, el desarrollado por teóricas vinculadas a la práctica psicoanalítica en Francia o por militantes y pensadoras feministas como Victoria Sendón o Marijose Urruzola en el estado español son algunos ejemplos del feminismo de la diferencia.
En los años en que se acuña la dicotomía ‘feminismo de la igualdad/feminismo de la diferencia’, el debate intrafeminista girará en torno a si los objetivos del feminismo (es decir, aquello que con la lucha feminista queremos conseguir) han de entenderse en términos de igualdad o de diferencia respecto a los varones. También, de paso, sobre si mujeres y hombres tenemos identidades diferentes o no[2]. Aunque hoy se insiste en que los planteamientos de ambos feminismos no son necesariamente contrapuestos, es cierto que los énfasis de uno y otro divergen y también que a menudo se han concebido mutuamente como antagónicos. En cualquier caso, el feminismo de la igualdad se expresará en clave vindicativa, según la cual las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres (y no menos ni otros), deben acceder a los mismos recursos, cobrar el mismo salario por el mismo trabajo y disfrutar de las mismas oportunidades.
Desde un posicionamiento que declara el orgullo de ser mujer (de forma equiparable al ‘black is beautiful’ de la lucha antirracista) y que pone en primer plano la crítica al androcentrismo, esa reivindicación de igualdad es percibida por parte del feminismo de la diferencia como una mera integración en el mundo masculino sin cuestionarlo. Según afirman, desde el feminismo de la igualdad el modelo patriarcal no se pone en cuestión: se busca simplemente que las mujeres nos incorporemos a él. Como dice Braidotti, “si la emancipación significa adaptarse a las normas, criterios y valores de una sociedad que durante centurias estuvo dominada por los hombres, aceptando sin cuestionar los mismos valores materiales y simbólicos que los del grupo dominante, entonces la emancipación no basta”[3].
Pero bien podemos entender que lo que el feminismo de la diferencia plantea es pertinente en tanto que crítica al androcentrismo complementaria y compatible con la lógica vindicativa defendida por el feminismo de la igualdad[4]. Además, según algunas defensoras del feminismo de la igualdad, el énfasis que el feminismo de la diferencia hace en la necesidad de preservar la identidad femenina, sin diluirla en la masculina (que es la hegemónica y que se presenta a sí misma de forma fraudulenta como neutra, sin marca de género, simplemente ‘humana’[5]), tiene el peligro de abocarnos a un esencialismo acrítico: si afirmamos que ser mujer es estupendo, entendiendo que serlo conlleva unas características (emotividad, empatía, sensibilidad…) que son las que la dominación patriarcal nos ha adjudicado, y si las reivindicamos como constitutivas de la identidad femenina, tal y como hacen (por lo menos algunas de) las defensoras del feminismo de la diferencia, corremos el peligro evidente de ser cómplices inadvertidas de nuestra propia opresión.
[1]Ciertamente solo algunas corrientes del feminismo radical en sus comienzos podrían encuadrarse dentro (o cerca) del ‘feminismo de la igualdad’, porque enseguida el feminismo radical tendrá uno de sus desarrollos en lo que se llamará ‘feminismo cultural’, decididamente afín al feminismo de la diferencia.
[2] Cfr. Teresa Maldonado, Diversidad dichosa, El Viejo Topo/134 (1999), pp. 23-29.
[3]Rosi Braidotti, Feminismo, diferencia sexual y subjetividad nómade, Gedisa, Barcelona, 2004, p. 20.
[4] Cfr. Celia Amorós, La gran diferencia y sus pequeñas consecuencias... para las luchas de las mujeres, Madrid, Cátedra, 2005, pp. 43-46; 354 y ss.; 368 y ss.
[5] Eso es, precisamente, el androcentrismo: solapar lo masculino con lo humano, de manera que cuando las mujeres reclamamos nuestra parte de lo humano…¡se nos dice que queremos ser hombres!
Subir¿Qué es?
Corrientes feministas importantes,
sobre todo en la Europa continental de los años 70-80.
Se diferencian de los términos del feminismo anglosajón:
− feminismo radical o socialista / feminismo liberal.
Cada una de estas propuestas políticas es a su vez compleja y plural.
Hay distintas versiones del “feminismo de la igualdad”,
así como diferentes “feminismos de la diferencia”
(o “pensamiento de la diferencia sexual”, como algunas prefieren llamarlo).
¿Quiénes los defienden?
Para el feminismo de la igualdad, en España,
las teóricas más importantes
de lo que también se ha llamado “feminismo ilustrado”
son Celia Amorós y Amelia Valcárcel.
Han sido sus grandes defensoras, entre otras muchas.
Sin embargo, también cabe dentro del feminismo de la igualdad
otros puntos de vista más institucionales
e incluso enfoques más activistas y/o rebeldes
contra el sistema capitalista.
En cuanto al feminismo de la diferencia,
hay varios ejemplos de pensamientos que lo encarnan como:
¿Qué se debate entre esos dos términos?
El feminismo dividido entre “feminismo de la igualdad/feminismo de la diferencia”
debate sobre si los objetivos del feminismo
(es decir, aquello que con la lucha feminista queremos conseguir)
han de entenderse en términos de igualdad
o de diferencia respecto a los varones.
También, se discute sobre si mujeres y hombres
tenemos identidades diferentes o no.
Aunque hoy se insiste en que los puntos de vista de ambos feminismos
no son necesariamente opuestos,
es cierto que las ideas fuertes de uno y otro
se pueden entender como contradictorias.
¿Qué revindican?
El feminismo de la igualdad:
|
El feminismo de la diferencia:
|
¿Son compatibles?
Algunas defensoras del feminismo de la igualdad
ven un peligro en que el feminismo de la diferencia insista
en la necesidad de preservar la identidad femenina.
Porque, si la identidad femenina se tiene que mantener a toda costa
sin mezclarse con la identidad masculina,
podemos acabar defendiendo una identidad inflexible
considerada como natural a las mujeres.
Mientras que la identidad masculina sigue siendo considerada
como neutra, como “humana”.
Podemos afirmar que ser mujer es estupendo
porque tenemos unas características como:
Pero son justo las características
que la dominación masculina nos ha dado.
Si las reivindicamos como indispensables a la identidad femenina,
corremos el peligro evidente de ser cómplices
de nuestra propia opresión sin darnos cuenta.