Este término es propuesto en el año 2005 por la comunidad de personas con discapacidad que constituye el Foro de Vida Independiente (FVI). Son personas de gran heterogeneidad en modo y en grado de diversidad funcional y también sin ella. Es una comunidad de ámbito mayoritariamente estatal que forma parte de la European Network on Independent Living (ENIL).
Leer más...
En la búsqueda por cambiar el modelo de discriminación imperante a través del lenguaje en el seno del FVI, se acuña el concepto "diversidad funcional" en sustitución del término "discapacidad", pretendiendo eliminar la negatividad en la definición de este sector de población y reforzar su esencia de diversidad.
En realidad, este concepto forma parte de un nuevo modo, de una visión o de una filosofía más igualitaria de entender la comunidad humana, que propone abandonar el ficticio paradigma de la "civilización de la normalidad". En el modelo "normalizador" hasta ahora vigente, las personas diferentes se han venido enfocando como "casos problema", por ser catalogadas de algo "anormal" que, como tal, debía ser tratado, arreglado, "normalizado" o… aislado. No se nos consideraba sujetos de derechos, pero sí sujetos de problemas.
Las mujeres y los hombres con diversidad funcional somos diferentes, desde el punto de vista biofísico, de la mayor parte de la población. Al tener características diferentes, y dadas las condiciones del entorno generadas por la sociedad, nos vemos en la obligación de realizar las mismas tareas de una manera distinta, algunas veces a través de terceras personas. Así, muchas personas sordas se comunican a través de los ojos o mediante signos y señas, mientras el resto de la población lo hacemos mediante las palabras y el oído, fundamentalmente. Sin embargo, la función que realizamos es la misma: la comunicación. Para desplazarse, una persona puede utilizar habitualmente una silla de ruedas, mientras que otras utilizan sus piernas; misma función llevada a cabo manera diversa.
Por eso el término "diversidad funcional" se ajusta a una realidad en la que una persona funciona de manera diferente o diversa de la mayoría de la sociedad. Este término considera la diferencia de la persona y la falta de respeto de las mayorías que, en sus procesos constructivos sociales y de entorno, no tienen en cuenta la diversidad funcional (Lobato Galindo M. y Romañach Cabrero J., 2005).
El modelo que propone el FVI, de sencillo planteamiento, es un reto revolucionario para la conciencia social: considerar que las personas con diversidad funcional solo somos un factor más de la diversidad humana. Un sistema económico y social injusto nos ha venido otorgando una calificación de calidad de individuos devaluados. Frente a esa visión, el FVI defiende y promulga el modelo de la Vida Independiente, el derecho a vivir de las personas con diversidad funcional y a tener el control de sus vidas.
(Ver publicaciones de Juan José Maraña, "Vida Independiente. Nuevos modelos organizativos". Obra Social Caja Madrid, 2004).
Subir